por Alberto Tito Gastaldi
Tres en Viaje
(Tito Gastaldi, Ma. Emilia y Ma. Florencia Gastaldi Figuerola)
En medio de las sierras de
la provincia de Córdoba, a poco más de 100 km. de la ciudad capital, se
encuentra un pequeño poblado fundado por inmigrantes alemanes en 1934, el que
debido a su ubicación en el llamado Cerro Cumbrecita, toma ese nombre para sí.
Junto al cordón de las
Sierras Grandes, que separa los valles de Traslasierra al Oeste y el de
Calamuchita al Este, en un área que sólo poseía una vegetación rala y escasa,
con algunos arroyos y cascadas, alejada
de todo lugar habitado pero con un gran potencial, el Dr. Helmut Cabjolsky
adquiere unas 500 hectáreas que se dedica a forestar con la ayuda de su
familia. Para llegar hasta allí se debía andar a lomo de mula o caballo unas
tres horas desde Los Reartes, la posta para recambio de equinos más cercana.
Sin embargo, ello no fue un impedimento para que este visionario y emprendedor
se dedicase con ahínco a la tarea que se proponía llevar a cabo.
Helmut y sus cuñados se
instalaron en carpas, trazaron el camino de acceso, plantaron innumerables
pinos y crearon un vivero. Un año después construyen la primera casa con adobe
para que sirviese como lugar de vacaciones para la familia. Sin embargo, pronto
otros familiares y amigos comenzaron a acudir al lugar despertando un interés
creciente, lo que llevó a que la casa se transformase en una hostería al cabo
de unos años.
Estos hechos animan al Dr.
Cabjolsky a realizar un loteo y a uno de sus hijos a trazar el plano del futuro
poblado. En los 40 comienzan a edificarse las primeras casas particulares
atrayendo a otros inmigrantes alemanes que le van dando a la novel villa un
carácter tirolés.
Poco a poco los
veraneantes fueron sintiéndose atraídos por este lugar pese a que debían
realizar un trayecto de más de 40 kilómetros por sinuosos caminos de ripio para
llegar a ella desde Los Reartes o Villa General Belgrano. Los atractivos son
múltiples: el paisaje encantador, los arroyos con sus cristalinas aguas y
algunas cascadas, las construcciones similares a las que se hallan en los
Alpes, la antigua capilla, las actividades al aire libre de turismo aventura.
A fin de preservar este
bello lugar, el área ha sido declarada Reserva Natural de Uso Múltiple por ley
provincial Nº 8476 de la provincia de Córdoba y, desde 1996, Pueblo Peatonal,
impidiéndose el ingreso con vehículos motorizados; sólo algunos vehículos
eléctricos trasladan a los turistas con algún impedimento para movilizarse
hacia los hoteles y atractivos del lugar. Los vehículos a motor deben dejarse
en la playa de estacionamiento que para ese fin se ubica antes de ingresar al
poblado.
Ello agrega otro encanto
más al pueblo resultando sumamente grato deambular por sus calles y senderos,
llegar a la cascada, a la olla, observar las casas con sus típicos balcones y
maceteros de madera rebosantes de flores. Y para que el deleite sea completo,
degustar los platos tradicionales de la comida centroeuropea y, en especial, su
pastelería.
Las
vistas panorámicas, la paleta de colores, el aire fino de las sierras harán que
sea una visita inolvidable.